sábado, 11 de diciembre de 2010

Llenad la Tierra

Llenad la Tierra
Juan Carlos Márquez
Editorial Menoscuarto
Madrid, 2010


Son muy pocos los libros que reseño, no porque lea pocos libros, sino porque he optado por hablar sólo de aquellos que me han impactado de verdad. A veces me impactan libros de una calidad excelente, otras veces los que me impactan son más medianos, pero descubro en ellos el oro oculto de algunas imágenes o de dos o tres relatos fabulosos en medio de otros que no lo son tanto.

Hoy hablaré de un libro excelente, de principio a fin. Se trata de Llenad la Tierra, de Juan Carlos Márquez. Este es un autor que descubrí no hace demasiado tiempo, de hecho me he leído sus tres libros casi a la vez, pero he decidido reseñar el último, aunque en todos he descubierto al gran autor que es.

No hablaré de influencias, ni de que es libro en el que se muestra algo tan sano como la variedad de recursos, temáticas y estilos. Hablaré sobre todo del derroche de imaginación y de saber hacer de Márquez, de cómo ha tenido que romperse la cabeza releyendo una y otra vez sus relatos para buscar el término justo, la imagen impactante y original. Porque no va a lo fácil, el suyo no es un estilo manido, es cuidado, de un surrealismo exquisito y lleno de significado. Podría destacar El corazón de mi padre, por ejemplo, con ese retrato familiar estupendo y ese final abrupto, perfecto, que nos deja con la respiración un poco contenida y sensación de pérdida. O podría destacar la magnífica construcción del personaje del asesino en Llegado el momento. Nombro estos por nombrar sólo algunos, pero los destacaría todos. De hecho puede leerse su relato Restos (pincha en este ENLACE), breve, morboso, tan incisivo que nos despierta un asco atroz. Fue este relato el que me despertó la curiosidad para acercarme al autor. Lo único que puedo decir ya, para finalizar, es que de todos los libros que he comprado últimamente, Llenad la Tierra es el mejor.


domingo, 28 de junio de 2009

Submáquina

Submáquina
Esther García Llovet
Editorial Salto de Página


Submáquina está a medio camino entre la novela y la colección de relatos, ya que cada uno de ellos tiene una misma protagonista: Tiffani Figueroa. Sólo cuando terminamos de leer el último de los relatos nos hacemos una idea de quién es y cómo es esta mujer: no le importa hacerse daño, ha estado casada varias veces, tiene un hijo y se ha perdido en uno de los lugares más peligrosos del mundo. Se dedica a la investigación privada y ha sido abandonada por su madre cuando era una niña.

Este es uno de los libros de relatos mejor escrito que he leído últimamente. El estilo es sencillo, brutal, lleno de descripciones brillantes y diálogos bien construidos. Es un libro que bebe de fuentes populares (musicalmente hablando, hace referencia a tangos, a reaggeton) y literarias, también cinematográficas, ya que por momentos creemos asistir a una película de Lynch.

Llovet ha escrito un libro, desde mi punto de vista, estupendo, inteligente. La editorial Salto de Página, que ha sido una gran noticia para el mundo del cuento, presenta este título demostrando una vez más su buen ojo.

sábado, 21 de marzo de 2009

La soledad de los ventrílocuos


La soledad de los ventrílocuos
Matías Candeira
Tropo Editores
Zaragoza, 2008




Elijo, como primera entrada del blog, este libro de un joven escritor madrileño que se estrena en esto de publicar con un conjunto de relatos bastate sorprendentes.

Me sorprendió, por ejemplo, que no fuera uno más de esos imitadores de Bukowski que tanto abundan entre los jóvenes que ahora mismo publican en España, para mi horror y mi pasmo. Candeira no es así, de modo que quien quiera leer eso, es mejor que ni se acerque a este libro.

¿Quiénes deberían acercarse, pues? Los amantes del relato que huyen de lo fácil, del efectismo, de la sangre y el sexo a raudales como maneras de mostrar eso que se viene llamando “la vida moderna”. La vida aparece en los relatos de Candeira (tan surrealistas, tan oníricos) de una manera mucho más creíble y plástica que la de todos esos pretendidos seguidores del realismo sucio. Claro que la vida que muestra este joven autor en sus relatos hay que captarla rascando las palabras, asomando la nariz entre líneas.

Se le agradece al autor, por ejemplo, que el uso del Surrealismo en los cuentos no sea una mera palabrería estúpida como ocurre muchas veces. El Surrealismo está usado en toda su magnitud, como muestrario del mundo y los tipos que por él caminan. Se muere una nevera y una familia se siente perdida, aterrorizada. Una ciudad es bombardeada con flores y el primer ministro quiere evitar que los ciudadanos recuerden la primavera. Una marioneta vestida de cazador sale del cajón en el que se encuentra para averiguar si es un cazador o si alguien le ha creado la necesidad de serlo. Un hombre está asustado ante el agujero cantarín que su novia tiene al lado del ombligo y otro corta la hermosa mano de una muerta y apuesta por esa extraña relación. Candeira nos conduce por un mundo en el que las familias tienen una estructura tan débil que la mínima cosa las desestabiliza, en el que las parejas se conocen tan poco que el abismo que los separa parece insalvable. Un mundo, también, en el que la gente transmite sus conocimientos y sus misterios antes de morirse y en el que uno se pregunta si no estará acaso predestinado a ser quien es.

Hay relatos en el libro de extensiones muy variadas. El autor se maneja mejor en los más breves ya que en los más extensos se pierde esa tensión necesaria para el relato y se va diluyendo poco a poco la sensación de emoción intensa que sí nos transmiten los relatos más cortos. Se nota la influencia “limpiadora” de Ford o de Cheever, aunque me atrevería a decir que la suya es una prosa más cercana a Nabokov, Machen o García Márquez. Tampoco creo que sea ajena al Cortázar más fantástico ni a Kafka. Aunque me refiero a esa influencia “limpiadora”, Candeira es un gran cultivador de la metáfora y la imagen, sus narraciones son en muchas ocasiones increíblemente bellas.

Este libro de relatos es una magnífica carta de presentación para su autor y un acierto pleno pata la editorial, Tropo.